Contenidos: María Jaunarena y Mariana Mazzeo
Fotografías: Liliana Morsia y Juan Ingelmo Producción general: Sonia Jalfin |
Fotografía panorámica interactiva
y diseño: Hugo Vasiliev Programación: Nicolás Sandvik Lound |
Esta página constituye parte del soporte didáctico del Programa de Formación de Audiencia de Juventus Lyrica. Este programa les ofrece a los más jóvenes la posibilidad de compartir la experiencia estética y musical de la ópera. Para eso, invita a alumnos de colegios secundarios a asistir a cada ensayo general de las óperas que Juventus Lyrica tiene programadas en su temporada anual.
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Escribe la partitura, es decir, le pone música al libreto, aunque no necesariamente el orden es así. A veces es el libretista quien pone letra a la música.
Es el responsable de convertir las acciones de la trama y las emociones de los personajes en sonido.
Entre los compositores más reconocidos se encuentran Mozart, Verdi, Rossini, Puccini, Strauss, Bizet, Donizetti, Bellini, Offenbach, Beethoven… ¡la lista es extensa!
Es el autor del libreto o guión de la ópera, quien narra la historia.
De la misma forma que en una obra de teatro o en una película, el proceso de creación de una ópera empieza –aunque hay excepciones– con palabras. En una obra de teatro, esas palabras se convierten en texto, en una película en el guión y en una ópera en el libreto (que tiene origen en la palabra libretto que en italiano significa “librito”).
Algunos de los libretistas más conocidos de la historia de la ópera son Lorenzo Da Ponte, Arrigo Boito, Francesco Maria Piave, Luigi Illica, Giuseppe Giacosa, Salvatore Cammarano, Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais, entre otros.
El director cumple un rol fundamental. Asume la preparación de la ópera y le imprime el carácter a la obra. Instruye a los cantantes sobre cómo interpretar cada fragmento, si por ejemplo de una manera vigorosa (vivace), fuerte (forte) o suave (piano).
Durante los ensayos conjuntos (en los que ensayan juntos la música y la escena) y también durante las funciones, su tarea es básicamente una batalla de concentración. El director determina el tiempo (o la velocidad) a la cual se ejecutará cada fragmento y hace malabares para que los que están debajo del escenario (la orquesta) y los que están arriba (los cantantes solistas y el coro) vayan al mismo tiempo y no se desfasen.
La tarea del director a veces también consiste en “seguir” a los cantantes, que son los que más expuestos quedan en la ópera. Las emociones y los nervios les pueden jugar una mala pasada, tensando el instrumento principal que tienen, su voz. Es por eso que si un cantante necesita tomar aire para continuar con la siguiente frase, o se queda más de la cuenta en una nota para demostrar su capacidad vocal, el director está atento a estos cambios y puede indicar a la orquesta un cambio en la velocidad de ejecución de la partitura. A pesar de esto, es el director musical (y no los cantantes) quien tiene la última palabra en la ópera. Con su batuta da las “entradas” (la orden de comienzo) a cada uno de los intérpretes que está arriba del escenario y a la orquesta, y también los “cortes”, es decir los finales de cada fragmento.
No se lo ve durante la representación, pero el director de escena es uno de los grandes responsables de lo que el público experimenta cuando va al teatro. Hace exactamente lo mismo que un director de cine o un director de teatro, es decir, resuelve cómo presentar el drama ante el público: entrena actoralmente a los cantantes y les indica las motivaciones que los llevan a decir lo que dicen cuando cantan y a ir de un lado al otro de la escena. Tiene, además, la concepción global de la obra, elige el lugar y la época en la que se va a representar y conduce a los cantantes de manera tal que la trama sea creíble. Hay óperas que les imponen algunos desafíos. Pero está en ellos sortearlas.
El asistente de régie ayuda y colabora con el director de escena en todo lo que éste necesita. Debe tener un pleno conocimiento de la puesta y de la voluntad del director en cada escena para poder reemplazarlo en caso de que éste se ausente. Trabaja en conjunto con el jefe o coordinador de escenario, y ambos son los que conducen el desarrollo de la puesta durante las funciones porque saben lo que deben hacer todos (técnicos, utileros, cantantes solistas y del coro, vestidores, etc.). Si alguien no recuerda qué debe hacer en una escena, seguro le consulta al asistente de régie.
Los cantantes de ópera tienen una formación musical y vocal particular que les permite, por ejemplo, proyectar su voz en el teatro sin necesidad de utilizar micrófonos para traspasar el sonido de la orquesta. Además, tienen que adquirir conocimientos de teatro (para interpretar convincentemente los roles operísticos) y dicción de diversos idiomas para pronunciar el texto con claridad y que se entienda.
Los primeros papeles que un cantante realiza suelen ser personajes secundarios, con una aparición escénica muy breve y pequeñas intervenciones musicales. Algunas veces, mientras cantan esos roles pequeños suelen entrenarse como cover de un rol protagónico.
Un cover es algo así como un cantante suplente: ensaya y se entrena como el cantante titular, aunque sabe que no cantará en ninguna de las funciones previstas, excepto que el cantante con funciones asignadas se enferme o tenga algún contratiempo. Algunos cruzan los dedos.
¿Cómo se elige a los cantantes en una ópera? Así como en el cine el casting se realiza por el tipo físico y la actuación, en la ópera la elección de los cantantes se determina principalmente por su tipo de voz o “registro”. Ser cantante de ópera es una profesión que requiere mucho trabajo y dedicación y en principio puede parecer inaccesible para cualquiera, pero en realidad se trata de una profesión como cualquier otra.
La vida del cantante es parecida a la del deportista profesional. El cuidado de la voz requiere no sólo de un estricto entrenamiento vocal, sino también de respetar ciertas rutinas: dormir bien, cuidarse de los cambios bruscos de temperatura, tomar mucha agua antes y después de usar la voz, etc.
Son las mujeres que alcanzan las notas más agudas, y logran el tipo de destrezas que al público le encanta escuchar una y otra vez. Son las grandes divas de la ópera. Hay varios tipos de sopranos: ligera (gran facilidad para las notas agudas, pero tiene menor volumen en las graves), lírica (su voz tiene más timbre y más cuerpo que el de la ligera, pero alcanza menos notas agudas), dramática (es la que más volumen tiene, pero menor flexibilidad para alcanzar ágilmente las notas agudas), etc. La mayor parte de las grandes heroínas de la ópera son sopranos: Susana y la Condesa, en Las Bodas de Fígaro (Mozart), la princesa Pamina de La flauta mágica (Mozart), Norma en Norma (Bellini), Mimí y Musetta en La bohème (Puccini), Tosca en Tosca (Puccini), etc. No son siempre angelicales, hay también heroínas bien malas, como la Reina de la Noche de La flauta mágica (Mozart), con sus famosos sobreagudos.
Son las mujeres que logran mayor volumen y comodidad en el medio del registro vocal. Mezzo en italiano significa medio. Que las sopranos se lleven la mayoría de los protagónicos no significa que no existan grandes roles escritos para mezzos: Carmen de la ópera Carmen de Bizet es uno de los personajes más maravillosos de la historia de la ópera y es para mezzo. Y también están Angelina de La cenerentola (Rossini), Rosina de El barbero de Sevilla (Rossini), el famoso Cherubino de la ópera Las bodas de Fígaro (Mozart), la Adalgisa de la ópera Norma (Bellini), etc.
ACLARACIÓN: Si bien el rol de Rosina fue escrito para una mezzo, lo suelen interpretar también sopranos. Tal es el caso de Mariana Carnovali, soprano lírica, quien lo interpretó en la versión de Juventus Lyrica de 2013, de la cual se sacó la foto para esta guía.
En la ópera El Barbero de Sevilla, es la cual se tomó la foto, no hay roles escritos para contralto. Se trata de las voces femeninas que alcanzan las notas más graves del registro, y son también voces muy escasas. Algunos roles escritos para ellas son: Ulrica de Un ballo in maschera (Verdi) o Lucrecia de La violación de Lucrecia (Britten).
Son los hombres que cantan con comodidad las notas altas de la escala musical. Por alguna misteriosa razón, la mayoría de los compositores han elegido para esta tesitura a los “héroes” de sus historias: Romeo en Romeo y Julieta (Gounod), el príncipe Tamino en La flauta mágica (Mozart), El conde de Almaviva en El Barbero de Sevilla (Rossini), Mario Cavaradossi en Tosca (Puccini), Rodolfo en La bohème (Puccini), Alfredo en La traviata (Verdi), entre muchos otros.
Hay varios tipos de matices dentro de la voz de tenor, como en el resto de las voces: están los ligeros (alcanzan con agilidad las notas más agudas del registro), líricos (tienen más dificultad para los agudos que los ligeros pero poseen mucha más sonoridad en el registro central) y también spintos (mayor potencia y capacidad de proyección que el tenor lírico).
Son los hombres que cantan cómodos en el registro medio de la escala musical. La historia de la ópera les ha asignado también grandes roles protagónicos o co-protagónicos. Allí van: el Conde en Las bodas de Fígaro (Mozart), Fígaro en El barbero de Sevilla (Rossini), Falstaff en Falstaff (Verdi), Germont en La traviata (Verdi), el toreador Escamillo en Carmen (Bizet), entre muchos otros.
Son los hombres que adquieren sonoridad en las notas más graves del registro vocal y se sienten cómodos en esas notas. Algunos grandes personajes como Sarastro de La flauta mágica (Mozart), Don Basilio de El Barbero de Sevilla (Rossini), el Commendatore de Don Giovanni (Mozart), son para este registro.
En la ópera El Barbero de Sevilla, es la cual se tomó la foto, no hay roles escritos para contratenor. Los contratenores son hombres que desarrollan su voz de cabeza o “falsete” (la misma que usan cantantes como MIKA (minuto 1:00) o Ale Sergi de Miranda! (estribillo por Ale Sergi), o que usaban los Bee Gees en los años '70). Desde fines de la Edad Media y hasta el siglo XIX existieron también los castrati, hombres que eran castrados antes del cambio de voz, y conservaban así su voz de niños, pero con la potencia de un cantante adulto, tal como lo retrata la película Farinelli. Una de las razones de esta práctica era que la Iglesia prohibía a las mujeres cantar en los templos, por eso las voces agudas debían ser asumidas por niños o por castrati. Por suerte, ahora no se recurre a métodos brutales para lograr esas tesituras, sino simplemente a técnicas de canto determinadas, aunque se sabe que un contratenor difícilmente podrá igualar la potencia vocal de un castrato.
Los registros de los integrantes del coro se dividen igual que los de los solistas. En los hombres: tenores, bajos y barítonos. En las mujeres: sopranos, mezzosopranos y contraltos. El desempeño y la formación del cantante del coro son diferentes a las del solista. Requiere de mucha concentración y disociación. En lugar de colmar la sala con su única voz, el coreuta debe aprender a fundir el sonido de su voz con la de sus compañeros, así como a seguir armonías disociadas de la voz que lleva la melodía.
Nota: En la foto no hay mujeres en el coro, dado que esta ópera fue escrita solo para coro masculino.
Son aquellos actores que sirven a la escena o bien tienen que encarnar algún personaje que no canta pero sí habla.
ACLARACIÓN: Si bien el rol de Ambrogio no es cantado y fue escrito para un actor, en la versión de Juventus Lyrica de 2013, de la cual se sacó la foto para esta guía, está interpretado por un cantante que también interpretó el rol de Fiorello.
Es aquella persona que sirve de soporte a los cantantes ya que les “sopla” la letra por si ellos se la olvidan. Se ocupa de decir en voz alta las primeras palabras de cada frase que deben cantar para refrescarles la memoria y que se sientan contenidos. Si se olvidan de alguna parte, el apuntador siempre saldrá en su ayuda. Tiene conocimientos de música y siempre lo vamos a ver con su partitura siguiendo atentamente cada cosa que sucede en el escenario. En el Teatro Avenida el apuntador se encuentra en los "hombros", al costado del escenario, justo al lado de donde se abre el telón. Pero otros teatros tienen una caracola en el piso del escenario, desde donde el apuntador se asoma sin ser visto por el público.
La orquesta respalda musicalmente lo que sucede arriba del escenario. Se ubica en el foso, que está delante del escenario a un nivel inferior.
No todos los músicos ni todas las orquestas tienen la ductilidad suficiente para interpretar una ópera. Muchos músicos son excelentes concertistas, pero ese protagonismo les puede jugar una mala pasada con la ópera. Los músicos de la ópera saben que no están solos, y que deben estar suficientemente atentos a lo que interpretan actoralmente los cantantes, que puede modificar la velocidad de ejecución de la partitura, por ejemplo.
La orquesta no sólo respalda a los cantantes sino que desempeña un papel psicológico en toda la trama. La música que transmite la orquesta puede indicarnos cómo se desenvolverá cierta escena y expresa lo que está sucediendo en realidad en el drama, como la voz en off en el cine.
No siempre las orquestas se arman con todos los instrumentos, eso dependerá de lo que pide el compositor en la partitura y del tamaño del foso. Lo que sí hay que saber es los vientos son mucho más sonoros que las cuerdas, por lo que es necesario compensar la sonoridad con más cuerdas que vientos.
Los músicos se ubican por tipo de instrumento:
Cuerdas: violín, viola, violonchelo (o "cello") y contrabajo, (algunas orquestas incluyen cuerda pulsada: guitarra y mandolina).
Vientos: Metales: trompeta, corno y trombón.
Maderas: oboe, clarinete, flauta, pícolo y fagot.
Percusión: timbal, gran cassa, platillos, sistro, campanas.
Es un instrumento típico de período barroco que se utilizaba para acompañar las partes recitadas cantadas de la ópera (recitativos) y algunas arias. El músico que toca el clave se llama clavecinista.
Con distintos objetos (maderas, papel, placas de metal o instrumentos construidos especialmente para lograr sonidos particulares), los músicos encargados de los efectos sonoros pueden simular tormentas, golpes de puerta, viento, sonidos de agua que corre, etc.
La partitura es el guión del músico, pero en lugar de letras tienen notas musicales. El director tiene una partitura ("partitura del director") que contiene todas las intervenciones de todos los instrumentos. Sin embargo, cada músico tiene una parte o particella de esa gran partitura, donde solo aparece escrito lo que debe interpretar su propio instrumento. Antes de cada ensayo y función, el archivista es el encargado de dejar a cada músico en su atril su particella, de controlar que cada uno tenga su silla correspondiente y que su luz funcione. También es el responsable de la orquesta y, por ejemplo, toma asistencia en los ensayos y funciones.
El escenógrafo es el encargado de pensar y diseñar los ambientes en donde transcurren las óperas, según la época e indicaciones del regisseur. Realiza la maqueta y los planos para los realizadores y decide cuáles son los mejores materiales para hacerla. En la mayoría de los casos, la escenografía no se construye en el escenario ya que por lo general está siendo usado por otra producción. Es por eso que se construye por partes y el día de montaje se llevan todas las piezas desarmadas para ensamblarse allí mismo, porque paredes enormes o torres de gigantes castillos no suelen entrar armadas por la puerta de acceso al escenario ni caben dentro de un flete. Algunos teatros tienen talleres propios en los subsuelos en donde se construyen las escenografías que luego se elevan por medio de distintas máquinas sobre el escenario.
El asistente de escenografía ayuda al escenógrafo a pensar la mejor manera de armar y realizar la escenografía: realiza la maqueta y los planos para los realizadores y lo ayuda a decidir cuáles son los mejores materiales y formas de realizar lo que él plantea.
La utilería consiste en los objetos utilizados en un espectáculo: desde sillas, mesas y camas hasta utilería de mano como tazas, libros, espadas, etc. Se construye especialmente para el espectáculo, se compra o se alquila. El utilero construye los elementos requeridos y los coloca en el escenario o se los alcanza a los cantantes para que los tengan en escena.
El iluminador concibe la iluminación que llevará cada una de las escenas de la ópera. Para diseñar las luces, trabaja en conjunto con el director de escena. Debe realizar un plano (o "planta de luces") que indique dónde necesita ubicar cada luminaria (artefacto de luz) y planifica junto con el régisseur los cambios e intensidades.
Cada escena o momento de la obra tiene una iluminación determinada según lo que pide el director y diseña el iluminador. Cada iluminación se reconoce con un número de "efecto de luz" que está indicado en una partitura y grabado en una consola de luces. Muchas veces el director indica que necesita un determinado efecto cuando el cantante aparece en escena y no antes. Porque la ópera es en vivo, los efectos de luces no pueden cambiar de forma automática. El maestro de luces es la persona que sigue "el libreto o guión de luces" del director e indica al operador de la consola cuándo se deben hacer los cambios de efecto. Para lograrlo debe tener formación musical ya que el libreto de luces es una partitura. El operador de luces es la persona que se ocupa de operar los equipos de luces y efectos según lo que le indica el maestro de luces. A su vez, sabe cómo solucionar cualquier problema técnico que se presente.
El vestuarista es el encargado de pensar y diseñar el vestuario que llevará cada uno de los personajes de la ópera, según la época y lo que pide el director de escena. Debe trabajar en conjunto con el escenógrafo, para que la obra sea un todo integrado.
Con las pautas que plantea el diseñador de vestuario o vestuarista, el realizador de vestuario se ocupa de confeccionar cada una de las prendas y los accesorios que los personajes tendrán en escena.
El asistente de vestuario ayuda al vestuarista. Puede asistirlo en la compra de telas, colaborar con el diseño y confección de cada prenda, y durante los ensayos y funciones es una persona clave ya que indica a los vestidores qué ropa lleva cada uno de los personajes.
Los vestidores son los encargados de ayudar a vestir a los cantantes. Deben conocer muy bien las prendas que componen el vestuario y cuándo y cómo se pone o saca cada una. A veces asisten al cantante con cambios rápidos en "hombros" (laterales), porque no hay tiempo en la partitura para ir y volver del camarín. Saben coser para resolver cualquier emergencia que se plantee en escena.
Los caracterizadores son los maquilladores y trabajan de acuerdo con lo que ha pautado el vestuarista, según indicaciones del director de escena. Se encargan de completar el trabajo del vestuarista, para darles a los cantantes la apariencia física del personaje que representan: viejos, jóvenes, enfermos, cansados, tristes, heridos, etc.
A esta tarea también contribuyen los peinadores, que trabajan de acuerdo con lo que ha pautado el vestuarista, según indicaciones del director de escena. Son los encargados de peinar a los cantantes según la época en que transcurre la ópera y el tipo de personaje (viejo, joven, etc.).
Con la partitura en mano y desde los "hombros" del escenario (laterales), es el responsable de dar las órdenes de todos los cambios de escenografía y utilería durante la función (entrada o salida de decorados, movimiento de telones, etc.). A veces también cumple el rol de buttafuori (quien le da los "prevenidos" y los "vías" para salir a escena a los cantantes).
Además de conocer la organicidad de cada producción, el coordinador de escenario debe saber de música para poder leer en la partitura cada momento de la obra e indicar al maquinista o utilero cuándo debe preparar su movimiento y en qué momento y con qué velocidad debe empezar a realizarlo.
Técnico es todo trabajador de un teatro que participa en la realización de un espectáculo. Puede cumplir desde la función de tramoyista o sofista y transportar los trastos (bastidores de escenografía) accionándolos de forma manual o eléctrica, puede abrir y cerrar el telón (telonero), montar los artefactos de luz con extensas escaleras no aptas para personas con vértigo, iluminar a un cantante durante la función y seguirlo con la luz (seguidorista), o chequear si el sonido o "retorno" que reciben los cantantes es correcto (sonidista). Vale aclarar que en ópera no se utiliza ningún tipo de amplificación de sonido y los cantantes con su propia voz cubren toda la sala. Sin embargo, esa potencia vocal muchas veces los ensordece y no les permite escuchar el sonido de la orquesta. Para eso se utilizan en “hombros” (laterales del escenario) unos parlantes que captan directamente el sonido que proviene del foso y lo mandan al escenario. En cualquier caso, los directores siempre les piden que "canten con los ojos", es decir, que aún sin escuchar la orquesta, se guíen por las órdenes que él les da con su batuta.
El sobretitulado es la traducción simultánea de lo que cada personaje canta en el idioma original de la obra. Son diapositivas proyectadas sobre la parte superior del escenario, por eso se llama “sobretitulado” y no “subtitulado”.
En algunos teatros de Europa y Estados Unidos, los títulos están en una pantalla al alcance del espectador, situada en su propia butaca o en el respaldo de la butaca de adelante. De esa manera, cada espectador puede elegir el idioma en que quiere que sea traducida la ópera.
Como la ópera es un arte que se realiza en vivo, y en cada función pueden ocurrir contratiempos o cambios en la velocidad de ejecución de la obra, la traducción simultánea no puede hacerse de manera automática. Por eso, es necesario el trabajo del maestro de sobretitulado, una persona con conocimiento musical que sigue la obra con la partitura en la mano y va dando las órdenes de traducción.
Es la persona que se ocupa de conectar y operar el equipo de sobretitulado (pantalla, proyector y computadora) recibiendo las órdenes del maestro de sobretitulado.
El Teatro Avenida se inauguró en 1908 con la puesta en escena de la obra El castigo sin venganza de Lope de Vega. Originalmente se llamaba “El teatro de la Avenida” y era el recinto español por excelencia de la Ciudad de Buenos Aires. En 1979 un incendio destruyó el teatro y estuvo cerrado por más de 15 años. Se reinauguró el 19 de junio de 1994 con una gala en la que se presentó el famosísimo Plácido Domingo. La reconstrucción se realizó gracias a la “Sociedad Reconquista del Teatro Avenida”, que estaba formada por un grupo de personas que estaban muy interesadas en recuperar el teatro y toda su actividad.
En abril de 1999, Juventus Lyrica presentó allí su primera ópera: Don Giovanni y desde entonces realiza sus óperas allí. La capacidad del teatro es de 1200 personas.
Es el lugar donde los cantantes se cambian de vestuario antes de la función o durante los intervalos, calientan la voz y se concentran en su personaje.
Es donde sucede la representación de la obra.
Los hombros son los costados del escenario, pero que no están a la vista del público. Allí se guardan los elementos de utilería y se encuentran los utileros, el apuntador, los músicos de efectos sonoros, los técnicos, los vestidores y los mismos cantantes antes de salir a escena.
La parrilla es el lugar donde se cuelgan los "trastos" (telones) que simulan paredes, paisajes, etc., y también las luminarias. La parrilla está situada a por lo menos 16 metros del piso del escenario. De esa manera, si bien siguen colgados, los trastos desaparecen de la vista del público al elevarse.
El foso orquestal es el espacio debajo del escenario, donde se sitúan los músicos y el director orquestal.
El director del teatro es el responsable de todo lo que sucede allí adentro. Alquila la sala y asigna fechas para los distintos espectáculos del año, coordina montajes y asesora de acuerdo con las posibilidades del teatro, etc. En definitiva, controla todo lo inherente a la sala: desde la venta de entradas (a través de la boletería en conjunto con el boletero), hasta los más mínimos detalles como el funcionamiento de la técnica y la limpieza de la sala.
El público se ubica en distintas zonas de la sala para ver la función: platea, palco-platea, palco bajo, tertulia, palco tertulia, paraíso y sobre-paraíso.
Los acomodadores son los encargados de situar a los asistentes en sus butacas, antes del comienzo de la función.